En España, en cambio, no sería la cultura intelectual de la época la que abriera las puertas al jazz, sino los salones de baile ("los felices 20"), todavía pasarían bastantes años antes de adoptar el cariz de música docta y erudita.
La era del jazz tuvo su precedente en la locura de rag−time que se adueñó de salones de baile. Creado por el negro norteamericano, es por su origen y por su característica rítmica sincopada que se incluye al rag entre los antecedentes inmediatos de la música de jazz. Fue adoptado sin complejos por los maestros Debussy e Igor Stravinsky. En España el rag−time gustó desde el primer momento, también aparecieron nuevos bailes de origen negro, tanto sajones como latinos, entre estos la rumba. Los ritmos latinos tuvieron mucho que ver en el nacimiento del jazz, la colombiana que trajeron tropas de Cuba, el tango, la machicha, el capricho, la conga, la milonga, la guaracha, el mambo y el bolero.
La eclosión de los ritmos y músicos de jazz afro−americano en Europa entre los años 1914 y 1929, coincidió en nuestro país con el final de la Restauración y el periodo de la dictadura de Primo de Rivera y con las generaciones intelectuales de 1914 y 1927. El fox−trot, fue la carta de la que se sirvió el jazz para hacer su presentación en sociedad, se consideraba un ritmo frenético. En 1929 la Exposición Universal de Barcelona sirvió para que la orquesta británica de Jack Hilton actuase en la Ciudad Condal. A ritmo de fox−trot se entonaba el Himno oficial de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en el mismo año.
Al fox−trot le sucedió el charlestón, traído a Europa por Josephine Baker inspirado en ciertos bailes de África central, sensualidad, exotismo,negritud, todo eso y mucho más, era el charlestón. En nuestro país fue una sevillana de Ohio, Reyes Castillo, La Yankee, quien, reapareció con El sobre verde, incluido en una revista de Paradas y Gimenez y con música del maestro Guerrero. Fue popular el Charlestón negro de la revista Daddy−doll estrenada en el Teatro Maravillas de Madrid en 1928. El ritmo del charlestón se ensartó en un suceder de melodías cuya insustancialidad iba en proporción directa a su éxito: en los años 30 Madre, Cómprame un negro y Ay mama.
Ragtime, rumba− habanera, fox−trot, charlestón y demás especies nacidas de la música afro−americana mantienen similitudes incuestionables desde su origen común urbano, al haber sido difundidas a través de los emergentes mass−media, a partir de la segunda mitad de los años 20. Conservan en su esquema formal, rítmico e instrumental, el sedimiento de lo español y africano. Su singularidad le viene de la utilización por el intérprete de la síncopa y el acento desplazado, recursos rítmicos que provienen de la música africana. Todas tuvieron que ver con el nacimiento del jazz. Casi todos los músicos de entonces confirman la latinidad y españolidad del jazz en sus orígenes remotos. Aquel impulso renovador de los ambientes musicales, ragtime, rumba,charlestón, fox−trot, alumbró una primera generación de practicantes.
Se hablaba de jazz, o jass, aplicando el término al conjunto de peculiaridades, no solo musicales, que se tenían por propias de la raza negra. Jazz venía a identificar el gusto por la excentricidad y el alboroto, traducido en términos musicales en un culto al ruido. Tambores, platillos, cláxons, campanas, y demás instrumentos de generar ruido enardecieron a los bailarines en los dancing. Si en Nueva Orleans hubo un inventor del jazz, Barcelona también contó con el suyo: Miguel Torné, que desplegaba todo un conjunto de instrumentos: esquilas, flautas de válvulas o jazz−flutes, serruchos, xilófonos diatónicos... De Isidro Paulí se dice que presentó en el año 1919 por vez primera en Barcelona un instrumento musical inédito: la batería. Lo que hoy conocemos como batería se llamaba jazz band, instrumento que se hizo imprescindible para todo tipo de bandas. Hubo otros músicos no menos importantes, pioneros del jazz bandismo; Jesús Guridi y José Iturbi.
Las orquestas amateurs, en las que tocaban los jazz−bandistas, descendían de las orquestinas, tan populares en las dos primeras décadas del siglo XX. Fueron numerosas las orquestas de jazz, americanas y francesas mayormente, que hollaron Espada en los años 20, desde los Casinos de San Sebastián a los cosos de Andalucía. En 1929 la orquesta del maestro Sam Wooding y sus Chocolate Kiddies, visitó el Casino de San Sebastián, actuando también en Madrid y Barcelona. Gracias al gran éxito obtenido entre el público, grabaron varias canciones que pueden considerarse los primeros discos de jazz realizados en nuestro país. También hubo una versión orquestal de Chocolate Kiddies, allá donde fueron, sus apariciones públicas granjearon adeptos al verdadero jazz. De las orquestas de jazz del momento, The Chocolate Kiddies pertenecía a la categoría de las society band cuyo repertorio, diseñado para cubrir cualquier clase de circunstancias, se componía de números de toda especie, incluyendo el hot.
Otra de las bandas de mayor prestigio fue la de los norteamericanos expatriados en Europa en los años 30,Willie Lewis and his entertainers, con la que alternaron músicos del prestigio de Bill Coleman, Adelaide Hall, Benny Cartes y George Johnson. Wooding contagió el virus del jazz a quienes terminarían por convertirlo en motivo principal de su existencia. Las jazz−band cubanas y danzoneras llegaron a España, destacando la orquesta Havane Cubains jazz que tocaron en San Sebastián en los años 20.
Además de los jazz−men, visitaron nuestro país, los jazz−dancers que resultaban un verdadero espectáculo. Reconocidos fueron Eddie Brown y Louis Douglas (actor, bailarín y showman). Sonada fue la tournée de Josephine Baker en febrero de 1930.
No hay comentarios:
Publicar un comentario