viernes, 30 de septiembre de 2011

Algunas cosas acerca del Jazz en España (IV parte: contexto histórico, los años 70 y 80)

El Jazz, convaleciente en todo el mundo, agonizaba en nuestro país. Los hot−club de Barcelona y Madrid langidecían sin que nadie se interesara por ellos. La Universidad de los sesenta−setenta hizo causa común con el jazz joven, a cuyos representantes abrió los salones de actos y auditorios. Fundado en el año 1970, el Club de Música y Jazz del Colegio mayor San Juan Evangelista puso el jazz al alcance del bolsillo universitario. Raíces, un minúsculo sótano de la calle Galileo de Madrid, se constituyó en el legítimo heredero del viejo Whisky and Jazz, del que se diferenciaba en todo. Fueron sus impulsores entre otros, los saxofonistas Juan Muro, Antonio Moltó y Alejandro Pérez. La edad de oro del jazz madrileño tuvo su traducción en el Festival del Jazz de San Isidro, verdadera puerta abierta a la contemporariedad del género. En los San isidros pudo escucharse a los jazzmen de primera linea de vanguardia. Por ellos pasaron los mejores músicos de jazz europeos cuando nadie se atrevía a traerlos.

Los años setenta marcaron el inicio de la aventura docente del jazz en nuestro país. En el año 1978 comenzó a funcionar en Barcelona el Aula de Música Moderna y Jazz, dependiente del Centro d'Estudis Musicals, le siguió dos años más tarde el Taller de Música, ambos centros abrieron sede en Madrid. Llama la atención el gran número de clubs que ofrecían jazz en la Ciudad Condal, además del Festival de jazz y la Asociación de Músicos de jazz.

Valencia se convirtió en bastión de primerísimo orden por lo que respecta al número y calidad de músicos, aficionados y críticos. Tanto es así que hay quien la considera la primera capital jazzística del país. Pero si Valencia es un valor consolidado para el jazz, Andalucía es una puerta abierta, es la Comunidad Autónoma en donde se ha dado el mayor incremento en el número de seguidores, se han montado festivales o ciclos de conciertos en Sevilla, Málaga, Granada y hasta Jaén.

Hoy en día el aficionado al jazz tiene su cita anual en el País Vasco, convertido por unas semanas en el país del jazz, con nada menos que tres festivales, uno por cada una de sus provincias: Getxo, Vitoria y San Sebastián.

Actualmente, y sin posible discusión, Tete Montiliu se pone al frente de todos aquellos músicos de jazz españoles. Ha sido incluido en encuestas norteamericanas y japonesas entre los mejores pianistas del mundo y se halló a la cabeza de los europeos. Debemos citar también al internacional músico proveniente, no del jazz, sino del flamenco: Paco de Lucia. El guitarrista de Algeciras ha conseguido lo que ningún jazzman (Montoliu aparte) ha conseguido, pasearse por los más prestigiosos festivales de jazz del mundo y triunfar entre los más exigentes públicos jazzísticos.Consigue una hábil mezcla de lo mejor y más profundo del flamenco con las formas del jazz contemporáneo. El saxofonista madrileño Jorge Pardo, el contrabajista Barcelonés Carlos Benavent y el percusionista brasileño Rubén Dantos han aportado el espíritu jazzístico a la presencia flamenca de Paco de Lucia y sus dos hermanos. Ninguno de los tres era un recién llegado, Pardo y Dantos ya habían militado juntos con Joan Albert Amargós quien había realizado ya sus primeros pinitos con el flamenco en Música urbana. Juntos; Pardo, Benavent y Amargós han dejado alguno de los mejores ejemplos de cómo realizar los puentes de paso entre estas dos músicas. La pretendida fusión del jazz y el flamenco venía desde los músicos como Lionel Hampton o John Coltrane, Pedro Iturralde, Chick Corea y Miles Davis, siendo muchos quienes han intentado unir el jazz y el flamenco.

No podemos olvidar, al hablar de la proyección internacional de nuestros músicos, que Carlos Benavent fue el bajista del grupo de Chick Corea durante más de un año, y conocida es la exigencia del pianista de Boston con sus músicos. Benavent grabó dos discos con Corea (The Jobourg Sessions y Touchtone). Jorge Pardo y Carlos Benavent han realizado también otras experiencias internacionales, tras su Flamencos en New York formaron el grupo Zebra Coast con Gil Goldstein, Alex Acuña, Don Alias, Mino Cinelu, y Wolfgang Muthspiel. El septeto ha actuado en diversas ocasiones en clubes neoyorquinos (Blue Note, Village Vanguard, Sweet Basil) con notable éxito. Fruto de una de esas actuaciones fue el disco para la marca Blue Note titulado Spain.

Volviendo a los músicos de jazz más ortodoxos, Tete Montoliu fue el baluarte de varias generaciones de jazzmen hispanos. Pedro Iturrualde alterna sus actuaciones al frente de su cuarteto con la cátedra en el Conservatorio de Madrid. El batería valenciano Regolí se ha inclinado más por la música sinfónica. El pianista Ricardo Miralles, tras su larga relación profesional con Joan Manuel Serrat, ha regresado al jazz en la capital estatal en solitario y en Dúo con el también pianista Horacio Icasto. Lou Benett también pertenece a esa generación, y no solo sigue en activo sino en esplendida forma. Benett nació en USA, pero la parte mas importante de su carrera la ha vivido entre Francia y España, por lo que sería injusto no mencionarlo. En la actualidad se incluye también al guitarrista valenciano Ximo Tebar y el saxofonista americano−sevillano Abdu Salim.

Con posterioridad a esos músicos que podríamos llamar de la generación del Jamboree−Whisky Jazz, las miradas de los jóvenes músicos estaban colocadas en otros estilos musicales, entrando de lleno en los ochenta, época de gran profusión de grupos, solistas e ideas que no siempre pudieron madurar lo suficiente.

Entre esos nuevos jazzmen que aparecieron en nuestro país encontramos: saxofonistas como Juan Albert, Victor de Diego,Xavier Figuerola o Javier Garayalde; trompetistas como Josep María Farrás; pianistas como Albert Bover e Iñaki Salvador; contrabajistas como Javier Colina, Horacio Fumero o Miguel Angel Chastang; guitarristas como Jose Luis Gómez y Bateristas como Carlos Carli y Guillermo McGill.

Entre los músicos que han preferido la experimentación o los caminos del jazz Rock y todas sus evoluciones electrónicos posteriores es necesario destacar a los saxofonistas Javier Paxarino, Wade Matthews, los contrabajistas Baldo Martínez y Zé Eduard, el guitarrista Max Suriyer y grupos más o menos estables como Pegasus, Clónicos, Zyklus etc.





jueves, 22 de septiembre de 2011

Algunas cosas acerca del Jazz en España (III parte: contexto histórico, desde los años 30 a los 70)

La época de la preguerra española fue una época de gran esplendor para el jazz. Los años 30 a 50 del siglo XX fueron la era dorada del Swing y las big bands en lo referente a músicos y orquestas, contando con el paréntesis forzoso de la Guerra Civil. La Big band fue la gran protagonista durante las tres décadas. Estructuradas por secciones de instrumentos: rítmicos, bronces (Trompetas, trombones) y cañas (saxofones), su sonido luminoso alumbró los sueños de varias generaciones. El estilo de las big bands lo definía el líder o director, eventualmente un instrumentista dotado y, en ocasiones, el arreglista o compositor. Su importancia fue creciendo a medida que el público exigía un producto cada vez más importante. Cada orquesta tenía su estilo, su particular sello artístico y un local, cabaret, bar de hotel, cine o salón de té del que, con frecuencia, tomaba el nombre. Cada ciudad competía por contar con las mejores orquestas, el síndrome de la competitividad se extendió a todos los ámbitos.

Barcelona se convirtió en el epicentro del hot que asoló la Península en los años 30. Algunas de las orquestinas de principios de siglo continuron funcionando como orquestas de Swing: Demon`s jazz, Napoleon`s, etc. El número de orquestas que funcionaban en la Barcelona de preguerra era enorme: Melodian`s Orchestra, The Venus Orquesta...

Un evento de gran importancia fue la creación del Hot Club Barcelonés (H.C.B.) por los aficionados, instigadores en el año 1934 del Barcelona jazz club. Con la intención de propagar verdadero jazz se organizaban disco−forum, conciertos y conferencias. El Hot−Club amparó la publicación de Jazz Magazine y un programa de radio. En el verano de 1935 organizó un Festival de Jazz internacional, cuyo éxito fue tan apabullante que movió a sus patrocinadores a repetir. Para el tercero, el 29 de Enero de 1936, se contrató al prestigioso saxofonista Benny Carter. Los ecos de las actividades del Hot−Club de Barcelona se extendieron, en Bilbao, Valladolid, Madrid y Valencia, se constituyeron los embriones de los respectivos hot−club.

La guerra civil terminó con la edad de oro del jazz, y no solo del jazz, de toda la cultura. Una época caliente y turbia, apasionante y tensa acabó muriendo sin dejar mas que un rastro de canciones y de locales vacíos. Se consideró al jazz como producto del capitalismo y vicio de la civilización, decadencia promovida por las ideas llegadas de Oriente. Fueron muchos los músicos, orquestas enteras, que se exiliaron sin dejar de tocar por ello. Desde las altas esferas del nuevo poder franquista se promovió una campaña en pro de la especialización del espectáculo y
la canción, al establecimiento del nacional− flamenquismo contribuyeron por patriotismo y por buen gusto muchos de los autores e intérpretes de jazz. Los nuevos tiempos se anunciaban en el compás airoso y tan español de Quintero, León y Quiroga y Joaquín Rodrigo. El resultado fue que los dancing y cabarets se convirtieron en bailes y salones de fiesta, los cocktails en combinaciones, las revistas en comedias musicales, el ballet en baile y Charlot en Carlitos, lo que favoreció, en cambio, la súper-abundancia de música de jazz monótona.En este momento, a su vez, apareció la censura tratando de evitar los desmanes de épocas precedentes que también rozó al jazz.Tanto que Jazz había que escribirlo yas y los títulos de las canciones transcribirlas al castellano; Besáme Mucho fue prohibida, luego autorizada y vuelta a prohibir, Ansiedad, en versión de Nat King Cole pasó por un descuido. El censor mandaba callar al trompetista demasiado estridente, bajaba faldas cortas de coristas y corregía letras por si faltaban a la moral, la autoridad o el buen orden. El cheek to cheek (baile agarrado) fue prohibido por considerarlo una grave inmoralidad.Pero también dos nuevos bailes empezaron a causar furor: el Swing y el Boogie−Woogie o Bugui− Bugui, ritmos trepidantes que anunciaban la inminente explosión del rock & roll.

Nace en esta época la figura del vocalista al frente de la orquesta, anunciando una nueva era en el espectáculo musical. Bing Crosbi, Ella Fizzgerald y las Andrew Sisters fueron sus adalides. El primer crooner a la española fue Mariano Barreto, cubano que hizo llorar a media España encarnando al Negro que tenía el alma blanca. Otro cubano, Antonio Machín, personificó entre nosotros la figura del vocalista, quien llegó a España en 1939. A mediados de los 40 toda orquesta debía contar con su vocalista, cuyo estilo imitaba al crooner norteamericano. En la adaptación al gusto hispánico, el vocalista melódico alternaba el swing y el slow con la ranchera y el bolero, en un estilo cursilón. Destacaron en esta feceta Luis Sancho alias Jorge Sepúlveda, Raúl Abril, Raúl del Castillo, etc. Entre las vocalistas femeninas destacaban Pilar Morales, Blanquita Amaro, Rina Celi etc. También abundaron los tríos vocales de hermanas, fenómeno que se llamó sisterismo en imitación a las Hermanas Andrew.

Fundada en 1944, la Orquesta Rovira fue de las primeras en presentarse en formación de concierto, con recitales en las salas Coliseum, Tívoli, Comedia y Principal. Sebastián Albalat, numero uno entre los saxofonista barceloneses, fue un innovador además del mejor jazzman de su generación; además era cantante, pianista y director de orquesta. Destacaron como músicos jazzistas en los años 50, entre otros, Joe Moro, Salvador Arevalillo, Salvador Font o Pere Bonet.

El jazz recobró su pulso en Madrid creándose el Hot Club de Madrid en 1948, con jam sessions.Se promovió la edición de revistas y boletines, y varios discos a nombre de George Johnson, Don Byas y el Conjunto de Estrellas del Hot−Club de Madrid bajo la dirección artística del maestro Tejada. Los dirigentes del Hot Club de Madrid seleccionaron unos cuantos instrumentalistas calificados de Los mejores Músicos del año. En Barcelona, la nueva edad de oro del jazz se fijó en torno a los años 1943−1953, con matinées y jam−sessiones. Jazzistas, rumberos y flamencos convivieron en un mismo escenario.

El be−bop, considerado en un primero momento como un nuevo paso de baile, agarró entre los jovenes con gran transcendencia como concepto musical que conllevaba una manera nueva de entender el jazz. Destacó el Cuarteto Be−bop que se inspiró en las más jóvenes tendencias de la música de ritmo. El Be−bop generó una separación entre los aficionados, al tiempo que convirtió al jazz en privilegio de unos pocos espíritus cultivados. Junto a ello, ocurría que la mayor frecuencia en las visitas de los jazz−men americanos terminaron por saturar la frágil economía del aficionado. Víctimas primeras de ello fueron los músicos del país a quienes se les puso muy cuesta arriba tocar jazz.

En los 60 el jazz, llegado a su madurez expresiva, tomó conciencia de sus dimensiones reales. Aficionados y profesionales, músicos y oyentes, se constituyeron en minoría. Surgió la primera crítica especializada en toda la extensión de la palabra, los críticos mantuvieron vivo el jazz en prensa, revistas especializadas y radio, un medio que lo fue todo para el aficionado.

El Free−jazz tuvo escaso éxito entre los músicos pero contó con defensores ardientes entre los críticos. Para la nueva generación de músicos que tocaban Free−jazz, hacia el final de los años cincuenta y principios de los sesenta, estaba agotada la mayor parte de lo que el jazz hasta entonces podía ofrecer en cuanto a maneras de ejecutar y proceder. Se había consolidado en estereotipos y fórmulas imprevisibles, como veinte años antes. Los jóvenes músicos de jazz se empeñaron en buscar nuevas formas de tocar, volviendo a ser lo que en los años 20: una gran aventura loca, emocionante e incierta. Se volvía a improvisar colectivamente, surgiendo así una nueva Música.

El momento más interesante de esa larga posguerra es la inaguración en octubre de 1959, en un sótano de la Plaza Real de Barcelona, del Jamboree Jazz. Por éste pasaron durante los años sesenta músicos del máximo prestigio como Ornette Coleman, Lee Konitz, Chet Baker, Dexter Gordon y un largo etc. que sorprendería, aún hoy, a muchos. Las actuaciones de Ornette Coleman en trío, con Tete Montoliu y el batería Billy Brooks, fueron saludadas por los críticos como un verdadero acontecimiento intelectual. Después, poco a poco, tendría lugar la formación de otros clubes históricos que abrirían y cerrarían sus puertas con excesiva rapidez como para consolidar una música y unos músicos. El Whisky Jazz en Madrid es el que más años ha sobrevivido aunque con muchos cambios. Por el Whisky Jazz de la primera época pasaron gran número de artistas internacionales como Dexter Gordon, Lee Konitz, Paul Bley, Donald Byrd, pero sobre todo, y al igual que Jamboree, sirvió para que sus escenarios permitiesen a algunos jóvenes músicos demostrar su valía. Tete Montoliu también pasó largas épocas en el Whisky,así como Pedro Iturralde, Regolí (baterista) o Vladimiro Bas. Whisky y Jamboree fueron no sólo escaparate para el jazz foráneo, sino también, y a falta de academias especializadas, la escuela en la que se forjó una generación de jazz men: los músicos de casa.

Destaca en estos momentos, el jazzista Tete Montoliu, pianista sutil que pareciera haberse equivocado de tiempo, lugar e incluso color de piel, cuyo talento explotó por estos años. A raíz de sus actuaciones en los Festivales de Cannes (1958), San Remo (1959) y Berlín (1961), Montoliu sorprendió y conmovió al pequeño mundo de los aficionados al jazz. Tuvo la oportunidad de alternar con gigantes del jazz de la categoría de Dexter Gordon, Niels−Henning, Orsted Pedersen. En 1967 tocó en Nueva York y regresó a su ciudad natal , una vez que la actividad jazzística
se hubo estabilizado por acción del recién abierto Jamboree.

Otro destacado de la época fue el Saxofonista tenor navarro Pedro Iturralde, que comenzó tocando en las jam−sessions del club Suevia. El reconocimiento internacional le llegó en el año 1967, cuando presentó su Jazz Flamenco en el Festival de Berlín. Entre los últimos clásicos se ocultaba bajo seudónimo, un joven Paco de Lucía.

Otra de las presencias en los escenarios de jazz nacionales, consolidada durante los años sesenta, fue el músico Vladimiro Bas, único
español que ha tocado con Louis Armstrong.

Otra fecha crucial fue 1966, que marcaría el desarrollo del jazz en España. El 25 de Enero de ese año actuarían por primera vez Duke Ellington y Ella Fitzgerald en el Palau de la Música de Barcelona. Inmediatamente después nacerían, en septiembre, el Festival de Jazz de San Sebastián y en Octubre el de Barcelona, este último con un cartel antológico: Dave Brubeck con Paúl Desmond, Sonny Rollins con Max Roack y Tete Montiliu trío entre otros. En 1977 Vitoria también se unió a esta oferta musical. En la actualidad son numerosas las ciudades que cuentan con su cita anual con los amantes de esta música.

Al margen de los Hot−Clubs de Barcelona y Madrid, el de mayor volumen era el Sevillano. También lo hubo en Granada y en Valladolid. En Valencia funcionaba el Hot Club y en Santander el Drink Club. Hubo también otros clubes importantes como Balboa Jazz o el Bourbon Street en Madrid, La Casa del Loco en Bilbao, Indigo en Palma de Mallorca o Club 28 en las Palmas de Gran Canaria.




lunes, 19 de septiembre de 2011

Algunas cosas acerca del Jazz en España (II parte: contexto histórico, desde los inicios a los años 30 del siglo XX)

La música de Jazz llegó a Europa en tiempos de la Primera Guerra Mundial . Londres, París o Berlín recibieron los nuevos ritmos con los brazos abiertos y los incluyeron rápidamente. Así una música nacida en los estratos sociales más bajos y carentes de cultura del sur de EE.UU. pasó a ser una música culta, casi intelectual en Europa. Compositores como Debussy o Ravel, incluyeron aromas del primitivo jazz en sus composiciones, dándole a esa música el respaldo intelectual que no podían otorgarle los salones de baile que la acogieron inicialmente.

En España, en cambio, no sería la cultura intelectual de la época la que abriera las puertas al jazz, sino los salones de baile ("los felices 20"), todavía pasarían bastantes años antes de adoptar el cariz de música docta y erudita.

La era del jazz tuvo su precedente en la locura de rag−time que se adueñó de salones de baile. Creado por el negro norteamericano, es por su origen y por su característica rítmica sincopada que se incluye al rag entre los antecedentes inmediatos de la música de jazz. Fue adoptado sin complejos por los maestros Debussy e Igor Stravinsky. En España el rag−time gustó desde el primer momento, también aparecieron nuevos bailes de origen negro, tanto sajones como latinos, entre estos la rumba. Los ritmos latinos tuvieron mucho que ver en el nacimiento del jazz, la colombiana que trajeron tropas de Cuba, el tango, la machicha, el capricho, la conga, la milonga, la guaracha, el mambo y el bolero.

La eclosión de los ritmos y músicos de jazz afro−americano en Europa entre los años 1914 y 1929, coincidió en nuestro país con el final de la Restauración y el periodo de la dictadura de Primo de Rivera y con las generaciones intelectuales de 1914 y 1927. El fox−trot, fue la carta de la que se sirvió el jazz para hacer su presentación en sociedad, se consideraba un ritmo frenético. En 1929 la Exposición Universal de Barcelona sirvió para que la orquesta británica de Jack Hilton actuase en la Ciudad Condal. A ritmo de fox−trot se entonaba el Himno oficial de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en el mismo año.

Al fox−trot le sucedió el charlestón, traído a Europa por Josephine Baker inspirado en ciertos bailes de África central, sensualidad, exotismo,negritud, todo eso y mucho más, era el charlestón. En nuestro país fue una sevillana de Ohio, Reyes Castillo, La Yankee, quien, reapareció con El sobre verde, incluido en una revista de Paradas y Gimenez y con música del maestro Guerrero. Fue popular el Charlestón negro de la revista Daddy−doll estrenada en el Teatro Maravillas de Madrid en 1928. El ritmo del charlestón se ensartó en un suceder de melodías cuya insustancialidad iba en proporción directa a su éxito: en los años 30 Madre, Cómprame un negro y Ay mama.

Ragtime, rumba− habanera, fox−trot, charlestón y demás especies nacidas de la música afro−americana mantienen similitudes incuestionables desde su origen común urbano, al haber sido difundidas a través de los emergentes mass−media, a partir de la segunda mitad de los años 20. Conservan en su esquema formal, rítmico e instrumental, el sedimiento de lo español y africano. Su singularidad le viene de la utilización por el intérprete de la síncopa y el acento desplazado, recursos rítmicos que provienen de la música africana. Todas tuvieron que ver con el nacimiento del jazz. Casi todos los músicos de entonces confirman la latinidad y españolidad del jazz en sus orígenes remotos. Aquel impulso renovador de los ambientes musicales, ragtime, rumba,charlestón, fox−trot, alumbró una primera generación de practicantes.

Se hablaba de jazz, o jass, aplicando el término al conjunto de peculiaridades, no solo musicales, que se tenían por propias de la raza negra. Jazz venía a identificar el gusto por la excentricidad y el alboroto, traducido en términos musicales en un culto al ruido. Tambores, platillos, cláxons, campanas, y demás instrumentos de generar ruido enardecieron a los bailarines en los dancing. Si en Nueva Orleans hubo un inventor del jazz, Barcelona también contó con el suyo: Miguel Torné, que desplegaba todo un conjunto de instrumentos: esquilas, flautas de válvulas o jazz−flutes, serruchos, xilófonos diatónicos... De Isidro Paulí se dice que presentó en el año 1919 por vez primera en Barcelona un instrumento musical inédito: la batería. Lo que hoy conocemos como batería se llamaba jazz band, instrumento que se hizo imprescindible para todo tipo de bandas. Hubo otros músicos no menos importantes, pioneros del jazz bandismo; Jesús Guridi y José Iturbi.

Las orquestas amateurs, en las que tocaban los jazz−bandistas, descendían de las orquestinas, tan populares en las dos primeras décadas del siglo XX. Fueron numerosas las orquestas de jazz, americanas y francesas mayormente, que hollaron Espada en los años 20, desde los Casinos de San Sebastián a los cosos de Andalucía. En 1929 la orquesta del maestro Sam Wooding y sus Chocolate Kiddies, visitó el Casino de San Sebastián, actuando también en Madrid y Barcelona. Gracias al gran éxito obtenido entre el público, grabaron varias canciones que pueden considerarse los primeros discos de jazz realizados en nuestro país. También hubo una versión orquestal de Chocolate Kiddies, allá donde fueron, sus apariciones públicas granjearon adeptos al verdadero jazz. De las orquestas de jazz del momento, The Chocolate Kiddies pertenecía a la categoría de las society band cuyo repertorio, diseñado para cubrir cualquier clase de circunstancias, se componía de números de toda especie, incluyendo el hot.

Otra de las bandas de mayor prestigio fue la de los norteamericanos expatriados en Europa en los años 30,Willie Lewis and his entertainers, con la que alternaron músicos del prestigio de Bill Coleman, Adelaide Hall, Benny Cartes y George Johnson. Wooding contagió el virus del jazz a quienes terminarían por convertirlo en motivo principal de su existencia. Las jazz−band cubanas y danzoneras llegaron a España, destacando la orquesta Havane Cubains jazz que tocaron en San Sebastián en los años 20.

Además de los jazz−men, visitaron nuestro país, los jazz−dancers que resultaban un verdadero espectáculo. Reconocidos fueron Eddie Brown y Louis Douglas (actor, bailarín y showman). Sonada fue la tournée de Josephine Baker en febrero de 1930.






jueves, 15 de septiembre de 2011

Algunas cosas acerca del Jazz en España

Con este título de Algunas cosas acerca del Jazz en España, inauguro una serie de post que iré colgando en los próximos días. Dichos post son el reflejo de un documento, no elaborado por mí, que describe el marco del jazz en España desde sus comienzos. Espero os resulte curioso y entretenido.

Resulta difícil trazar una visión objetiva del jazz español, o de lo que está sucediendo actualmente con el jazz en España, sin echar la vista atrás y recorrer la historia de esta música en nuestro país. Pocas actividades artísticas tienen un presente tan ligado a su pasado inmediato como el jazz, y pocas están tan marcadas por los avatares del destino, los condicionamientos comerciales, las imposiciones sociales y políticas, los defectos de la enseñanza general y profesional, la ausencia de infraestructuras, etc.

El jazz se consume, pero no forma parte del entremado cultural cotidiano del español medio. La habituación jazzística sigue siendo patrimonio de un grupo de iniciados. Es fácil asistir a un festival de jazz una vez al año, pero ofertar cada semana jazz en un club requiere un gran esfuerzo; esfuerzo que empleado en otros campos de la cultura puede obtener resultados compensatorios mucho más tangibles o de repercusión social mayor (casos de las músicas llamadas pop o clásica).


En su Enciclopedia del Jazz, Leonard Feather escribe: España, desierto para el jazz, sin embargo existe una Historia del jazz en España; desconocida, pequeña, una historia de lo que pudo ser y no fue. Sus protagonistas son los músicos en primera instancia, críticos, promotores de conciertos, políticos, educadores, aficionados, y en general todos aquellos que han tenido que ver con las cosas del jazz.